jueves, 5 de febrero de 2009

Mirando al mar...

La tensión se convierte en silencio, en ausencia, en tranquilidad... Siento mi cuerpo vacío, mis órganos se convierten en nubes de algodón... Floto por el aire y siento como la paz entra a través de mis dedos rellenándome de amor por la vida... Esta vida que hoy empieza, cuando algo acaba... Estoy al borde del precipicio donde esta vez si que salto sin miedo a caer... Esta vez despliego mis alas y empiezo a volar... Rozaré el cielo otra vez... Cerca del final, donde todo empieza, me despido de tus ojos...los que más suelo echar de menos cuando no estás... Y le digo adiós a tu sonrisa, la ilusión de una tarde frente al mar cuando me moría de ganas de besarte por primera vez... Doy los últimos pasos por esta casa, donde conseguiste que me enamorara de ti cada mañana... Esta vez me voy tranquila, silenciosa, sin miedo a nada... Es lo que aprendí de ti, lo que soy ahora; una persona libre que no tiene miedo a morir mañana... Porque me enseñaste a vivir... Tu fuiste quien me enseñó a fluir... Y seguiré mi camino tan sólo con palabras bonitas para ti, palabras que se conviertan en flores para colgarlas de tus labios... Y las piedras, las entierro en esta playa, la que nos vió crecer mirando su mar...

Gracias Otto, como ya te dije una vez, no sabes cuanto amor me llevo...


Escuchando BSO de Nueve Almas

2 comentarios:

Especial dijo...

Amiga, ya lo decía una vieja canción, hay que ver como es el amor. En mi caso, más bien, una retirada a tiempo es un triunfo. Otra de esas grandes conclusiones...
Mis alas quieren desplegarse también y sé que con tu apoyo lo haré pronto.
Gracia spor estar a mi lado, por ser mi alquimista.

Anónimo dijo...

bien

no suele ocurrir esto eh?

te felicito, no sabes el buen humor que me entra cuando se rompe una espiral...

aunque ya me contarás de que va esto en una noche de vinos y espejos.

Ahí fliparás (emos)